Iago Aspas Juncal, nombre completo del que consideramos es
uno de los delanteros de más calidad e influencia del fútbol nacional.
En
palabras de su propio entrenador, Berizzo, se dice de él que “es un jugador de
jugada propia. Uno le da un balón y él le saca más ventaja que lo que uno le
dio. Futbolista tremendamente peligroso que casi construye sus propias jugadas.“
Su zona de influencia es tan amplia como su repertorio técnico a la hora de resolver las jugadas. Portador de una potente y a la vez elegante pierna izquierda, podemos verle como único punta, moviéndose por detrás del bueno de Guidetti o partiendo desde banda. Es por eso que sabe encontrar espacios a la espalda de las defensas, leer situaciones con llegadas desde segunda línea y resolverlas en el área como un verdadero 9.
Su zona de influencia es tan amplia como su repertorio técnico a la hora de resolver las jugadas. Portador de una potente y a la vez elegante pierna izquierda, podemos verle como único punta, moviéndose por detrás del bueno de Guidetti o partiendo desde banda. Es por eso que sabe encontrar espacios a la espalda de las defensas, leer situaciones con llegadas desde segunda línea y resolverlas en el área como un verdadero 9.
Siempre
con una velocidad muy característica, Iago Aspas es más un “10” que un “9”, le gusta más recibir en ¾
y asociarse que pisar área. Suele caer a banda con facilidad y tiene un guante
en su pierna izquierda.
Ha
sabido canalizar su carácter, el cual le causo muchos problemas disciplinarios
en sus inicios, para que le sirva para liderar al equipo. Si las cosas van mal
dadas, Iago siempre aparece para tirar del carro y así poder resolver jugadas
gracias a su amplio repertorio de recursos técnicos.
Debutante
con el Celta, hace casi 10 años Iago ha tenido una relación idílica
con la parroquia Celtista. Sus goles hicieron en unos pocos años pasar al Celta
de salvarse in extremis de un descenso a 2ºB a subir a 1º. Es el ídolo, el
líder, el jugador franquicia.
Tras
una fugaz e infructuosa aventura en el fútbol inglés y posteriormente en el
Sevilla. Ha retomado el éxito en su carrera defendiendo los colores de su
equipo, el Celta de Vigo.
Ya en su hábitat natural
recuperó todo lo que recordábamos de él y se había perdido en algún lugar entre
las Rías Bajas y Liverpool.
Su electricidad en el campo,
su omnipresencia en toda la zona de ataque, sus caídas a banda, sus diagonales
siempre buscando su perfil izquierdo, ese toque sutil y mágico que coloca el
balón dónde el portero nunca llega.
Sus buenas actuaciones en el celta
le han válido para entrar en las últimas convocatorias de la Selección, y lo
hace cuando se acerca a una edad crítica en los futbolistas, los 30 años. Ha alcanzado la
madurez futbolística y personal y la ha alcanzado en el Celta, de donde quizás,
nunca debió salir.
Carlos Alfonso Sarriá
Félix de Blas Martín