Las despedidas siempre se vuelven amargas, la nostalgia de ver marchar a alguien pone los sentimientos a prueba y hace crecer el lado más humano de las personas. Tendemos a engrandecer los logros personales de la persona que despedimos, alzarla por encima de su propia realidad, aunque en ocasiones es de justicia elevar a ciertas personas al trono que se merecen.
En el deporte, como en la vida, se hace duro despedir a alguien y más aún
cuando esa persona ha cambiado la historia de ese deporte y escrito sus propias
páginas en él. Ese es el plano en el que se sitúa la figura de D. Vicente Del
Bosque actualmente, el hasta ahora seleccionador nacional de fútbol ha sido
junto con el desaparecido Luis Aragonés los responsables del salto a la gloria
del fútbol nacional.
Quizá su relevo en el puesto se haya producido más tarde de lo debido, pero
los méritos alcanzados por su trabajo le hacen merecedor de todos los
reconocimientos posibles y ningún reproche de clase alguna.
Para un entrenador de fútbol profesional es muy complicado dejar huella en
un club cómo el Real Madrid y Vicente Del Bosque lo consiguió, de justicia es
decir que muchos hoy en día le recuerdan y añoran su presencia por el Santiago Bernabéu.
El único gesto de poderse ver ganador de la Champions League como entrenador
del Real Madrid CF, es una gesta en la historia de este deporte y una meta que
otros muchos grandes técnicos no consiguieron.
En el mando de la selección nacional de fútbol, tuvo siempre la
inteligencia de saber continuar las primeras piedras colocadas por Luis
Aragonés y mejorar sus prestaciones al máximo. Bajo su mando España se alzó
como mejor equipo del mundo y Europa.
¿Cuántos sénecas ávidos de sangre eran capaces de decir eso hace unos años?
Resulta muy oportunista y desagradable escuchar a “periodistas” y opinión
pública apuntarse al carro de que con esos futbolistas cualquiera hubiese
quedado campeón del mundo, lo siento mucho pero fue D. Vicente Del Bosque el
que lo consiguió levántense y besen el suelo que pise.
Los errores
que haya podido cometer lo bajan del carro de la inmortalidad y lo acercan más
a la España que ha representado, una cercanía que en Vicente Del Bosque es
conocida, respetada y querida por todos.
Cientos de entrenadores de fútbol se pasean por la
élite con ansias de gloria creyéndose los inventores de este deporte y con la
propiedad de la verdad absoluta en sus manos, les escuchas hablar y ponen a
desfilar sus logros personales, muchos grandes “meadores de colonia” que
deberían de sentarse frente a este afable salmantino y aprender a conseguir la
comunión entre humildad y éxito.
Te marchas Vicente, dejas el mando absoluto de nuestro
fútbol, pero tu sello es inmortal y todos lo recordaremos siempre. El respeto
es un lujo difícil de lograr en este deporte del fútbol a ciertos niveles, pero
tú lo conquistaste hace tiempo y junto a tus títulos y sello en el juego será
parte de la historia de este país y su fútbol para siempre.
Gracias Vicente, hasta pronto, nuestra admiración y
respeto para su figura.