A menudo dejamos que los extremismos se instalen en nuestra manera de pensar y nos volvemos ciegos e intolerantes con aquellos que nos rodean, cuando lo ideal sería pararse a escuchar al de al lado y tratar de comprender que a lo mejor podemos convivir juntos.
Con
la llegada de la Eurocopa estamos viviendo una corriente social que cierto
sector de la opinión pública promueve, sin darse cuenta las ofensas que pueden
llegar a cometer ni que ellos no están en poder de toda la razón.
Es
habitual escuchar corrillos, debates y redes sociales la idea de que una
sociedad está enferma por que le guste el fútbol, dando a entender con claridad
que otros problemas sociales no interesan. Algo tan desagradable como
lamentable.
Cuando
uno expresa su opinión debe de hacerlo con el cuidado de no herir a nadie y no
faltar a la verdad. Dar a entender o afirmar que a aquellas personas que nos
gusta el fútbol y disfrutamos con él, no nos interesan problemas como el paro,
la corrupción política…etc, es faltar a la verdad y una ofensa muy grande.
Me
gustaría saber que esta corriente social de extremismo político es capaz de
respetar los gustos de las personas y no condenarlas por ello, pues el hecho de
que te guste ver partidos de fútbol no quiere decir que no te importen el resto
de los asuntos importantes que atañen a la sociedad en la que vives.
Dejando
de lado los millones de personas que en este país viven gracias al deporte del
fútbol, debemos de estar muy enfermos si llegamos a pensar que a un entrenador
de fútbol, jugador, preparador físico o simple aficionado, no le importan
problemas como el paro, el hambre infantil, la violencia de género, la pérdida
de derechos laborales o la corrupción política.
Aquellas
personas que nos gusta el fútbol o nos dedicamos a él deseamos poder vivir en
paz, en un mundo justo, lleno de tolerancia en el que se permita a las personas
disfrutar de su tiempo como ellas deseen sin ajusticiarlas por ello.
Aquellos
que quieran una sociedad mejor deberían de comenzar por respetar a los que
tienen al lado y no condenarlos sin conocerles o escucharles. Me gusta el fútbol,
no me condenes por ello, aprendamos a vivir en paz juntos.
Félix de Blas