Sueños de éxito y ego



Vivir a menudo realidades ajenas a nosotros mismos, puede llegar a confundir la percepción del momento en el que vivimos. Los futbolistas habitualmente caminan en una fina línea que separa la realidad de la ficción y que tiende a confundirlos alimentando peligrosamente su ego.

A ciertos niveles los futbolistas jóvenes viven con el riesgo de que su talento les catapulte hacia tenues sueños que apenas si se pueden palpar. Sus jóvenes mentes, tan fáciles de moldear desde fuera, tienen sencillo sucumbir ante futuros llenos de éxito que evocan momentos que nadie sabe si ocurrirán.

Maquillar la realidad de un futbolista adolescente, ya sea potenciando en demasía sus cualidades o haciéndole ver éxitos que podría llegar a cumplir, es alto peligroso para el desarrollo personal y deportivo del chico por no hablar del arriesgado aumento de su propio Ego.

La posibilidad de vivir un fuerte desengaño deportivo sumado a los muchos chicos que ven caer sus sueños en el camino al éxito, debería de ser suficiente aliciente para que el entorno de los futbolistas en época adolescente y pre adolescente tuviera todas las precauciones posibles.

Pensar en un chico de esa edad como futbolista y no como el adolescente que es, es un error que puede durar demasiado.

A menudo vemos a padres jalear las cualidades de sus hijos, sin darse cuenta del daño que puede llegar a hacer en el futuro personal y deportivo del chico. Claro que son consecuencias directas que van implícitas en el papel de los padres, cuando estos se convierten en Hooligans o “expertos” entrenadores de fútbol.

Otro de los personajes que incitan al desastre en todos estos chicos, son los ya populares “representantes”. Nuestros ya conocidos vendedores de humo, miran al futbolista y ven un producto, en lugar de ver a un joven con algo de proyección, pero un joven al fin y al cabo.



Saber recapacitar y tener los pies en el suelo es tarea y responsabilidad única del entorno cercano del futbolista, los adultos tienen que ser los encargados de distinguir las ilusiones de la realidad, lo que está bien de lo que está mal. Y por supuesto tener los pies en el suelo, siendo conscientes de las consecuencias que cualquier decisión puede tener para el futbolista.







Félix de Blas