Hoy en día, es impensable que un equipo de fútbol base no dedique tiempo a desarrollar las capacidades físicas de sus jugadores. Hasta ahí, bien. El problema que desarrollaremos más adelante es el de cuando estamos realizando una buena praxis de las mismas y cuando, en su defecto, no.
Para
conocer la labor de un preparador físico, o como entrenadores realizar las
labores del mismo, es necesaria una formación. El nivel de conocimiento sobre
las CCAFYD (ciencias de la actividad física y el deporte) lo marca la formación
y la experiencia. Partiremos de la base (errónea, por cierto) de que todos los
entrenadores de fútbol base son poseedores de al menos uno de los tres títulos
de Técnico deportivo en fútbol. En ese curso se imparten 5 horas lectivas de
‘Preparación física’ ¿Suficiente? No.
Como
formadores, tenemos en nuestra mano el desarrollo integral de un grupo de futbolistas
cada año, y debemos saber que el fútbol es un deporte que administra las cargas
de una forma muy asimétrica, donde algunas regiones del tren inferior se
desarrollan mucho (cuádriceps, isquiotibiales, gemelos…) y otras, en cambio,
no. Por poner un ejemplo, el músculo glúteo medio, si está hipotónico en un
sujeto, puede ser desencadenante de una rotura de LCA. Multitud de estudios
señalan una relación entre estas dos estructuras.
Si como formadores hablamos de que la
función del entrenador es buscar el rendimiento, no el resultado, como
preparadores físicos debemos buscar el DESARROLLO, no el rendimiento inmediato
del futbolista. Por supuesto son deportistas, que afrontan grandes cargas durante
el periodo competitivo, pero prepararse para ellas no es vinculante a esas
‘palizas’ que vemos en chicos/as que a esa edad sólo quieren disfrutar de la
pelota.
Muchos ven la figura del preparador
físico en fútbol base como la figura del ‘mando directo’, el comandante de las
largas carreras. Nada más lejos de la realidad. Esta figura debe ser la que
mejore la salud deportiva del futbolista, enseñe hábitos saludables y consiga
la afiliación de los jóvenes deportistas a estos hábitos para que cuando su
etapa futbolística llegue a su fin sigan ligados al mundo del deporte.
El preparador físico debe estar
implicado en la creación de las sesiones y de las tareas y aconsejar a los
entrenadores sobre la gestión de las cargas en función del objetivo sobre el
que se necesite trabajar, además de generar tareas donde se aborde dicho
objetivo y se trabaje sobre el modelo de juego desarrollado por el cuerpo
técnico. No es una labor sencilla, por ello es necesaria la formación y una
capacidad de trabajo multidisciplinar apta para ello.
La mala práctica de la preparación física
puede ser dañina no solo en lo lesivo, también en lo personal, donde los
futbolistas pueden dejar de disfrutar del deporte, debido, en gran parte a la
alta relación que tienen ciertas prácticas con el castigo en ciertas formas de
trabajar (Ej. Te portas mal: ¡a correr!) donde estamos desechando completamente
la función de afiliación de los niños con el deporte. También estas formas de
trabajar dañan la imagen del deporte que todos amamos, ya que si nos paseamos
por los campos de fútbol, no es raro encontrarnos con entrenamientos tipo
militar (subida de gradas, fondos y sentadillas de manera desmesurada, por no
hablar del trato de los entrenadores a los jugadores) que vinculan esa imagen
al resto de profesionales que tratamos de dar otra imagen del fútbol.
Este deporte, por desgracia, es muy
lesivo (acorde a un estudio sobre la liga holandesa, un deportista puede
lesionarse 6.2 veces por cada 1000 horas de juego, siendo la competición el
periodo donde más lesiones hay), e incluso con una buena preparación física es
muy probable que se den ya que hay muchísimos desencadenantes y variables que
no manejamos que pueden provocarlas.
Todos los jugadores de fútbol base son
potenciales jugadores lesionados, por lo tanto otra labor del preparador físico
es intentar minimizar estas posibilidades de lesión al máximo y provocar
patrones de mejora en sujetos con altas probabilidades de lesión.
Como conclusión, destacaremos que
nuestra labor como preparadores físicos en el mundo del fútbol es trabajar para
potenciar las capacidades de los futbolistas en base a sus posibilidades y a su
desarrollo, intentando minimizar las posibilidades de lesión e inculcando
hábitos saludables en nuestro bien más preciado, los futbolistas.
Miguel Mallo