No es necesario realizar un arduo trabajo de investigación para distinguir a un cabestro entre un rebaño de ovejas. Es indiferente el color del que se vista o el nombre que se ponga, un cabestro es un cabestro y a poco que te fijes lo ves venir de lejos.
Una
jornada más vuelve la violencia a los campos de fútbol base, vuelve de las
manos de los mismos jornada tras jornada sin que las autoridades federativas
hagan nada al respecto, ¿Tan cómodos son los sillones en la federación y las
concejalías?
Que
las autoridades federativas y municipales de una ciudad se hagan las sordas
ante clubes que defienden y albergan violencia en sus filas, es una de las
mayores injusticias del deporte de base.
El
fútbol tiene que ser en todas sus vertientes un deporte de competición y
formación, dependiendo de la categoría será una cosa u otra, pero nunca puede
ser un refugio para malvados y violentos. Por otra parte, es fácil que estos
tumores del fútbol campen a sus anchas por los diferentes campos cuando las
autoridades lo permiten con su ignorancia y desidia ante el deporte de base.
¿Merece
el mismo apoyo por parte de las
instituciones un equipo que acumula antecedentes violentos, a otro que dedica
su tiempo a formar personas desde el fútbol? La respuesta es clara y debería de
ser no, pero la realidad es tan triste como que ayuntamientos, federaciones…etc.,
defienden y permiten sin saberlo la violencia en los campos de fútbol.
Para
limpiar el deporte del fútbol desde la base, las sanciones tienen que ser
ejemplares. No se puede permitir que siempre sean los mismos los que insultan,
amenazan o agreden al árbitro o adversarios, no se puede permitir que las
bebidas alcohólicas circulen por los campos de fútbol base…etc.
Las
sanciones actuales son insuficientes, pues temporada tras temporada las mismas
personas y clubes repiten los mismos comportamientos bajo el amparo de los
ayuntamientos, que les permiten usar los campos, y las federaciones que les acogen
en sus competiciones. El único camino que estos individuos necesitan para
alcanzar la ejemplaridad, es a través de la dureza en las sanciones.
Me
gustaría que las instituciones federativas fueran más conscientes de los
problemas que causan al fútbol base estos sucesos, para que no permitieran que
volvieran a suceder. Sería de justicia que los ayuntamientos investigaran los
antecedentes violentos de cada club antes de ofrecerle el mismo apoyo que al
resto, aunque para ello tuvieran que dejar por un día los despachos y
levantarse de sus sillones.
Dicen
que el hombre como especie desciende en gran medida del mono, pero estoy seguro
que un chimpancé o gorila en estado salvaje, tiene más conocimiento que alguno
de los “personajes” que podemos descubrir sin mucho esfuerzo en un campo de fútbol
cualquier fin de semana.
Félix de Blas