Así
es la vida para un portero de fútbol una constante lucha con la soledad,
tratando de que nada afecte a su universo personal ni altere su sangre fría y
que al final del partido su locura siga siendo tan grande como admirable.
Pensar
en un portero de fútbol es llevar tu mirada a la red, al gol pero sobre todo a
la locura, al heroísmo, aquellos que miran el juego desde la distancia y a los
que la justicia abandona tan a menudo que señalarles es más fácil que
alabarles.
Si
el balón toca la red, los ojos del mundo se van al portero y no más allá. Por
un momento la crueldad golpea las manos de aquel que tiene en su deber
reaccionar y poner freno a lo más hermoso de este deporte, el gol.
Quizá
por eso es tan difícil la tarea de un portero, pues todo el mundo te mira y te
busca desde que el balón comienza rodar. Todos aplauden si se luce, pero nadie
lo hace si un portero recoge el balón de la portería, aunque el valor de su
actuación sea igual o mayor. Esa sin duda es la mayor cualidad de un portero,
saber aislarse del entorno y reaccionar con brillantez cuando este te amenaza.
Casillas, Valdés, Bravo, Cañizares, Abel, Buyo, Sergio Rico, Arconada, Neuer…etc, un largo rosario de nombres encumbran y han encumbrado la historia de la portería en el fútbol. Otros tantos anónimos y todos ellos unidos por una misma locura.
Evaluar
acciones del juego en segundos y responder ante ellas con velocidad, agilidad,
valor y eficacia, es algo que distingue a los porteros de fútbol del resto de
los mortales. Una tarea tan difícil como bonita, que pocos aceptan pero de la
que este deporte se alimenta a diario.
Ser
portero es saber vivir en la locura y que los demás disfruten de ella, en
ocasiones es injusto pero la mayor parte del tiempo consigue mantener en vilo
los corazones de aquellos que amamos este deporte.
Nadie
trabaja tan duro, nadie se enfrenta al peligro y a la belleza a diario, nadie
salta más que tú, nadie lee el momento tan rápido como tú, nadie es portero…
solo tú.
Félix de Blas