Hay momentos en los que el camino que recorres en la vida te obliga a dar un paso atrás, mirar a tu alrededor, examinar lo que tienes delante y seguir avanzando.
En
este deporte del fútbol, como en otros muchos, una derrota puede tener muchas lecturas
e interpretaciones y cómo afrontarlas es clave en muchos aspectos tanto
deportivos como personales, ya sea a nivel de equipo como individual.
En
el deporte de base, fútbol base en este caso, la única lectura que se le
debería de dar a una derrota es la de una oportunidad de regenerarte y seguir
creciendo como futbolista. Una derrota jamás puede verse como un paso atrás
para el joven futbolista.
Conviene
alejar la imagen de la fatalidad como consecuencia de la derrota, pues corremos
el peligro de apagar el hambre en los ojos del pequeño futbolista. Una derrota tiene
que ser vista como una oportunidad de mejora tanto para el futbolista como para
su entrenador.
Si
bien es cierto que en ocasiones una sucesión de derrotas puede llevar al
pesimismo por todas las partes, es importante saber encontrar ese estímulo que
mantenga encendida la ilusión por la pelota por muy dura que sea la realidad
que vives.
Saber
educar en la derrota es el verdadero reto del buen entrenador de base, aquel
que consiga sacar buenos valores humanos y deportivos de una mala situación de
resultados deportivos, es para mí un excelente entrenador.
El
verdadero reto y a mayor dificultad para un entrenador es conseguir que tu joven
futbolista entienda la derrota como una oportunidad de aprender y regenerarse,
lograr este objetivo puede llegar a ser más duro que dirigir futbolistas de
élite.
Un
futbolista profesional sabe jugar y quizá solo tienes que orientarle en su
preparación, algo complejo pero no complicado al tratarse un futbolista
profesional y una persona adulta. En el caso de un deportista de base, nos
enfrentamos a una mente y personalidad en construcción donde cada piedra que se
coloque es vital para su correcta formación como persona y futbolista.
Lograr
que un pequeño futbolista entienda lo positiva que puede ser una derrota bien
analizada y trabajada, consiguiendo que el jugador se sobreponga y avance es un
logro que sin duda hace grande a aquel entrenador que lo entienda, lo trabaje y
lo consiga.
Existen muchos héroes
anónimos en el fútbol de base, trabajando día a día con ilusión y
profesionalidad. Seguramente dentro de unos años pocos se acuerden de ellos,
pero la base que construyeron en esos pequeños deportistas es algo que sin duda
merece la admiración y respeto de todos los que nos sentamos en los banquillos,
son ellos los que le enseñan al fútbol el verdadero valor y sentido de una derrota.
Félix de Blas