¿Padre o Hooligan?























En la tarde de este pasado sábado asistí en una ciudad de la zona sur de Madrid a algo que parecía un simple partido de fútbol base. Lo que en un principio debió de ser un encuentro deportivo con fiesta en las gradas y sana animación por parte de padres y aficionados de los dos equipos, pronto se convirtió con el paso de los minutos en un lamentable espectáculo de incitación a la violencia con actuaciones que rozaban la ilegalidad.

Desde lo que debió ser un partido con grandes dosis de competitividad y mucho fútbol, se convirtió en un partido donde la grada local gritaba y jaleaba a sus jugadores  para que estos agredieran a los jugadores visitantes si fuera preciso. Frases como “dale a ese”“mátalo” o “que se joda si le duele”, se convirtió en el verbo habitual de la afición del equipo local.

Estos comportamientos de la grada eran reflejo de ciertas actitudes que desde el banquillo local se reflejaban en el campo y los jugadores, llegando a estos a actuar de manera astuta y aberrante rozando la ilegalidad y ante la sonrisa de sus aficionados.

Todo esto, vivido en primera persona en un campo de fútbol madrileño, pone de manifiesto el germen infeccioso que consume las entrañas del deporte del fútbol a nivel de base. Donde el futbolista, que no deja de ser un menor de edad en plena formación humana y deportiva, debería de encontrar ánimo y valores humanos que complementen su aprendizaje como persona y deportista, encuentra sin embargo un claro enaltecimiento a la violencia y peligrosa permisividad.

El peso de la responsabilidad debe caer sobre aquellos padres de futbolistas, que lejos de hacer algo por eliminar estos comportamientos, se convierten en “hooligans” con más violencia que conocimiento y más fanatismo que educación.


Es importante detallar la falta de control que existe por parte de las autoridades en los campos de fútbol. Ignoro si deberían de ser las autoridades federativas, municipales o nacionales las que pongan orden en las instalaciones deportivas, pero lo que está claro es que hacen falta más sanciones preventivas, más educación y más control.




A este triste problema social y deportivo le dedicó un reportaje una televisión autonómica andaluza, haciendo un reportaje – documental que recomiendo sin duda. "Padres hooligans" pone ojos en este problema y da unas pequeñas pinceladas de este realidad social. 

No es difícil ver a padres de futbolistas consumiendo grandes cantidades de alcohol en los campos de fútbol, algo que ignoro si la ley permite pero que si lo permitiera debería de cambiar, tampoco es complicado escuchar insultos de todas las clases y en todas las direcciones, que hambrientos de violencia sobreviven sin control alguno junto al deporte del fútbol.

Las autoridades federativas y municipales están ausentes y ciegas a estos comportamientos y no hay prevención en sus sanciones cuando estas llegan a producirse, solo castigo ante tristes hechos que llegan a ocurrir. El día que alguien agrede a alguien todos nos echamos las manos a la cabeza, pero la ausencia de valores que hay en ciertos sectores de este deporte es muy triste.

Por suerte para todos, el deporte del fútbol comulga más a menudo con valores positivos e instructivos para los jóvenes. Y por mucho que se empeñen los violentos, el fútbol base es un deporte tan grande como hermoso. 



Félix de Blas