La formación humana y deportiva de los pequeños futbolistas es un delicado proceso que se debe de cuidar y trabajar a diario. Con más luces que sombras, aún hoy en el siglo XXI se pueden llegar a ver terribles despropósitos deportivos en torno a jóvenes futbolistas.
Sin
olvidar que esos jóvenes futbolistas son niños en formación humana y deportiva
en pleno desarrollo, hay que tratar de adecuar los conocimientos que queremos
impartir al modo y manera adecuada que la edad del chico demanda. En cuanto
esto, es de señalar que desgraciadamente no todos los “educadores” ordenan
dentro de la lógica los conocimientos que hay que impartir. Es fácil descubrir
como equipos de edades tempranas realizan tareas desubicadas en el tiempo y
dañinas para la salud deportiva del niño.
He
de denunciar por segunda vez estos comportamientos debido a la insistencia de
algunos equipos en dar cabida a semejantes conductas tan anómalas para el
deporte del fútbol.
Esta
semana, he podido comprobar con mis propios ojos como un equipo de benjamines
realizaba una sesión de saltos de valla
con sentadillas y progresiones de carrera, que dejaba helada mi sangre y por un
momento mi fe en este deporte desaparecía. No me gusta juzgar el trabajo de
otros entrenadores, pero actuaciones tan brutales como estas hacen que se
caliente el nervio del más tranquilo.
No
es que me sorprenda ver a estos “personajes” que se creen entrenadores,
destrozar toda esencia del fútbol que estos niños puedan aprender, pues esta
metodología tan torpe indigna y entristece.
Por
encima de esta problemática se destaca la imperante necesidad de formación para
estos “personajes” del fútbol, con la sana intención de que puedan hacer
desaparecer estas actuaciones tan bárbaras. CENAFE, ANEF o las Federaciones
Territoriales, ponen muy a la mano de cualquiera tan necesaria formación para
todos aquellos que se quieren poner al mando de un grupo de pequeños.
Quizá
fomentar la formación sea la única arma que tenemos contra esta barbarie que todavía
infecta el fútbol base. Siendo así, espero que todos estos “señores” pasen
algún día por algunas de estas escuelas y purguen esos comportamientos de una
vez por todas.
Algo
que no se puede combatir o hacer desaparecer es la ignorancia de aquellos
padres que ven normal que a su hijo de 6 años “le metan caña”. Estos deberían de
reflexionar si ven correcto que un niño de 6, 7,8 o 9 años entrene con la misma
intensidad que un futbolista diez años más mayor.
Por
todo esto, me gustaría romper una lanza de apoyo a aquellos clubes que con
pocos apoyos y mucha ilusión trabajan de manera adecuada para engrandecer los
valores de este deporte.
El
trabajo en el deporte de base es muy duro y bonito a la vez, pero se hace
estéril si no se hace con la formación de los educadores y entrenadores como
cimientos.
Félix de Blas