Por todos es conocido
el último cambio que ha habido en el banquillo del Santiago Bernabéu, la
sustitución de Rafael Benítez por Zinedine Zidane convierte una vez más al
banquillo del Real Madrid C.F. en el más caliente e inestable del mundo del
fútbol.
Dejando a un lado los
méritos de uno u otro, y las capacidades de cada uno para dirigir grandes
vestuario. Hay que destacar la capacidad de destruir profesionales que tiene
esta entidad y el banquillo del primer equipo en concreto.
Sería de locos que
parte de esta reflexión a la que invita esta realidad, dejara de lado la gran
responsabilidad de un vestuario lleno de egos y caprichos. Nos volvemos sordos
y ciegos ante hechos evidentes, celebramos goles y jugadas, pero se nos olvida
el flaco favor que en ocasiones esas estrellas del fútbol le hacen a este
deporte.
El cambio de
entrenador ha sido noticia, pero no así el evidente cambio de actitud de los
jugadores en el campo. Este hecho, debería de ser suficiente para juzgar
de indigna la actuación del conjunto del vestuario con la figura de Rafael
Benítez.
Todos sabemos que no
existe entrenador alguno que trabaje en contra de los intereses de su propio
equipo, del mismo modo ningún profesional de los banquillos es capaz de hacer
funcionar a su equipo si los jugadores se niegan a hacerlo.
Los futbolistas
profesionales como tales, deben de realizar su trabajo bajo las órdenes y
directrices que marque su entrenador y el equipo de trabajo que asista a este.
Guste o no guste, es su deber y comportarse como profesionales de los terrenos
de juego incluye ser estricto en cuanto al cumplimiento de los preceptos del
entrenador. Más tarde, el tiempo y los resultados decidirán si esos
métodos son los más adecuados.
Juzgar esos métodos y
directrices en tan sólo unos meses de trabajo es precipitado, pero alcanza la
locura que se juzguen y sentencien cuando ningún futbolista cumple su cometido
en tal metodología.
Ver jugar al R.
Madrid actualmente es ver cómo cierto tipo de futbolistas han cambiado su
rendimiento al tan sólo unas semanas de trabajo, algo si cabe imposible de
creer, pues no existe la magia en este deporte. Si esta realidad es reflejo de
que el vestuario del Santiago Bernabéu es el que decide quien les dirige y
gobierna, amigos míos los cimientos del proyecto deportivo de este gran club
son débiles y corruptos.
No es ético ni humana
ni deportivamente que un futbolista rinda mejor con un entrenador que con otro,
sin argumentos sólidos que le apoyen. Ver como deambulaban los futbolistas
blancos por el campo con Benítez, mostrando falta de agresividad, de
intensidad, sin movilidad alguna, etc.… y ver cómo actúan en el campo ahora, es
indigno de este deporte y de esta camiseta.
Un jugador se parte
la cara y suda en el campo por unas ideas, sea quien sea el que las transmite,
porque así es el deporte del fútbol. Dejemos que sea el tiempo quien decida si
el trabajo de un entrenador es el más adecuado, y no un grupo de estrellas con
tanto ego como talento.
Felix de Blas